María Pies, directora de Fundación Engel, comenta sobre la reciente exposición Alcalá 31 y lo que esperan del Nuevo Museo de Santiago (NUMU). El concurso ya se lanzó y está abierto para todos los arquitectos y arquitectas nacionales.
Por Equipo Ch.ACO

La directora de la Fundación Engel cuenta de qué trata el concurso de arquitectura y paisajismo para el Nuevo Museo de Santiago que albergará la colección que incluye más de 800 obras. El concurso invita a todos los arquitectos nacionales, donde el o la ganadora será escogida por un gran jurado que incluye a reconocidos arquitectos como Toshiko Mori, David Chipperfield, y directores de museos como Glenn Lowry. Una clave importante para ganar: que el paisaje del Parque Bicentenario –lugar donde se construirá el museo- haga juego e interactúe con la edificación.
Además del proyecto, antes de la declaración de pandemia, la Fundación Engel fue seleccionada para exponer su colección en Alcalá 31, en el contexto de la feria ARCO de Madrid. Luego de un año de preparativos la exhibición abrió con buena recepción, pero debió cerrar al poco tiempo. Las obras quedaron colgadas por más de un mes, pero luego reabrió para el público. María Pies señala en la entrevista que si bien hubo bastante incertidumbre respecto a si iba a asistir un número significativo de personas, los resultados fueron positivos e inesperados.
¿De qué trata el concurso NUMU?
NUMU es un concurso nacional de proyectos de arquitectura y paisajismo para el nuevo museo de la Fundación Engel. Este se emplazará en el extremo sur del Parque Bicentenario de Vitacura y está abierto a arquitectos nacionales. El concurso es anónimo y cuenta con un súper jurado con arquitectos como David Adjaye, Toshiko Mori, David Chipperfield, Steven Holl, Charles Renfro y Luis Izquierdo, además de los directores de museos Frances Morris, directora de Tate Modern y Glenn Lowry, director de MoMA.
Para nosotros era muy importante el tema del jurado porque aportarán a la decisión desde su vasta experiencia en museos, su mirada global, integral y el cuestionamiento de cómo van a ser los museos del futuro, cosa que nosotros como fundación siempre nos estamos preguntando, cómo tienen que ser los espacios de exposición en el futuro, su relación con el entorno, la vida, flexibilidad y dinamismo que se espera de estos espacios. El museo va a tener una superficie máxima a construir de aproximadamente 7 mil metros cuadrados en distintos niveles de ocupación.

"La elección del lugar no es aleatoria, queremos crear un entorno que converse e integre a la naturaleza dentro del museo y que se conciba a partir de la geografía existente"
¿Qué tipo de propuestas les gustaría tener?
Estamos abiertos a todas las propuestas, eso es lo fascinante de hacer un concurso. Pero sí hay algunas cosas que nos importan mucho. En primer lugar, el museo tiene que considerar el entorno circundante como parte de este. La elección del lugar no es aleatoria, queremos crear un entorno que converse e integre a la naturaleza dentro del museo y que se conciba a partir de la geografía existente. En este caso el lugar de emplazamiento es muy espectacular, está dentro del Parque Bicentenario, pero también está cerca del río Mapocho, tiene la visión hacia el cerro San Cristóbal, hacia la Cordillera de los Andes y esperamos que eso se integre en la arquitectura.
Por otra parte, las salas de exposición son lo central porque el arte es, evidentemente, lo que mueve a la fundación. Claudio Engel siempre se pregunta por los museos del futuro, cómo deben ser, y es porque las diversas manifestaciones del arte contemporáneo obligan a repensar los espacios de exhibición. Por eso es importante que los proyectos sean muy flexibles, de grandes dimensiones, donde seamos capaces de exhibir obras de diversos formatos y escalas, acogiendo todas estas manifestaciones tan diversas.
También para nosotros es relevante el tema de la educación y mediación, por lo que es fundamental preguntarse cómo el público se relaciona con el museo, el arte y el parque. Por último, por medio de la arquitectura, esperamos que el edificio se convierta en un hito arquitectónico de la ciudad.
¿Qué esperan del nuevo museo?
El gran proyecto hoy día es sacarlo adelante. Vamos avanzando bien y lo primero es pensar, proyectar y hacer realidad este espacio que va a albergar la colección permanente, que hoy cuenta con más de 800 obras. Con la colección, se pretende preservar y exhibir este conjunto de obras que refleja la escena del arte chileno contemporáneo. Esta colección es súper dinámica y está en constante crecimiento. Hoy día nuestros dos grandes proyectos son seguir adelante con la colección y obviamente hacer realidad el espacio que va a ser el nuevo museo.

¿Esto tendrá un papel en internacionalizar el arte o en hacerlo más accesible?
De todas maneras. Lo que esperamos de este museo es que enriquezca el patrimonio artístico público, que amplíe la oferta cultural del país, eso en primera instancia. Pero también que sea una plataforma para los artistas, un espacio de colaboración con otras instituciones y que convoque a un gran público nacional e internacional. Que haya nuevas oportunidades de desarrollo y difusión del arte contemporáneo y, en ese sentido, todas las relaciones que se tienen con instituciones internacionales permiten la visibilización del arte chileno.
"Increíblemente la exposición tuvo una buena afluencia de público en esta segunda apertura. Eso es lo bonito que pasa con el arte, cómo las obras se resignifican"
¿Cómo fueron los resultados de su exposición en Alcalá 31?
La exposición tuvo una vida que jamás hubiéramos imaginado. De todos los escenarios posibles durante la organización de la muestra, una pandemia nunca cruzó nuestra mente. La muestra abrió con un gran público en el marco de la feria ARCO, con buena recepción y crítica de las personas que la visitaron, y nosotros como fundación estábamos impresionados y felices por la cantidad de público e interés que había en la muestra. A los pocos días de inaugurarla se cierra por la pandemia. Eso sí que no lo vimos venir.
Las obras quedaron colgadas en Madrid, en una ciudad que fue súper azotada por la pandemia. Luego de unos meses vuelve a abrir al público. Para nosotros había toda una especulación respecto a lo que iba a pasar, si la gente iba a volver a los museos. Increíblemente la exposición tuvo una buena afluencia de público en esta segunda apertura. Eso es lo bonito que pasa con el arte, cómo las obras se resignifican después de la experiencia que nos tocó vivir y fue interesante los textos que se escribieron después de la reapertura, las conversaciones que se tuvieron, la gente que la visitó y que nos escribió. En tan poco tiempo se dieron nuevas lecturas que no habríamos pensado. Así que los resultados fueron inesperados pero excelentes.

¿Qué opinas de estas oportunidades para internacionalizar el arte?
Más que oportunidades son instancias que hay que perseguir y poner todos los medios para que sucedan. En Chile estamos al fin del mundo, lo que a mí me encanta porque nos define y muchas veces resulta ser un buen recurso, pero también nos hace muy difícil mostrarnos al mundo. Alcalá 31 fue un excelente ejemplo del interés y apreciación internacional de lo que pasa hoy en Chile. Creo que más que esperar estas oportunidades, hay que salir a buscarlas.
¿Eso es lo que han hecho ustedes con el museo, ir a buscar oportunidades?
Hay pocas veces en que las oportunidades te llegan a la mesa. Lo del museo se ha logrado por ir a buscarlas y tocar puertas. La misma licitación del Parque Bicentenario fue un gran trabajo, pero con el apoyo de los artistas y la buena relación que tenemos con instituciones, curadores, gente del mundo de las artes, la feria Ch.ACO, nos muestra que la gente está muy dispuesta a que existan este tipo de instancias y a colaborar. En ese sentido ha sido harta pega, pero también nos hemos ido encontrando con gente que tiene toda la disposición a ayudar para que estas cosas pasen, y que pasen cada vez más.